El cuerpo es el mensajero del Alma y cuando no lo
escuchamos nos empieza a gritar, a veces muy fuerte, para que le prestemos
atención. Y esos gemidos del alma son lo que conocemos como enfermedad.
El cuerpo expresa las quejas del alma y como cada
dolencia es un reflejo físico de nuestras emociones o pensamientos, cada
síntoma es un mensaje del alma que nos avisa que nos hemos alejado del camino o
estamos ofreciendo resistencia al propósito de nuestra vida.
Quienes trabajan con la Sanación
Holística saben que somos la unidad mente cuerpo alma espíritu y
que todo está interconectado. Es por eso que cualquier proceso que vivenciemos
se manifiesta en todos los planos y lo que no vivimos en la conciencia, el
cuerpo lo vivirá como enfermedad, tristeza o depresión. Y mi alma está llorando
a través un resfrío que ya cumplió 3 semanas.
Sabemos que los resfriados son una inflamación de
la mucosa
nasal y podemos vivirla con estornudos, tos, nariz
y ojos irritados. En mi caso son todos los síntomas unidos a una perdida
parcial de la voz.
Cuando tenemos dificultades con la adaptación
social, cuando queremos estar solos o aislarnos y no lo hacemos por voluntad,
el alma le exige al cuerpo por medio de un resfrío o catarro que te obligue a
hacer un retiro con la excusa perfecta para mantenerse alejados del entorno por
unos días.
El resfriado también es el encargado de liberarnos
de pequeñas dosis de tristeza que hemos ido acumulando hasta convertirlas
en una gran cantidad porque no nos atrevemos a
hacer el duelo por las perdidas, porque hay cosas más importantes que
detenernos a llorar por una decepción o simplemente porque las exigencias de la
vida nos impiden parar unos momentos y hacer consciente que estamos tristes,
que hemos perdido esa conexión con el interior y sobre todo porque no nos damos
autorización para llorar y vivir la pena, el dolor, la rabia o la frustración.
Cuando empezamos a sentir que algo huele mal la
mucosa nasal se activa para impedirnos sentir lo que no queremos oler que puede
ser un conflicto o relación tensa con otras personas. El alma nos priva del
olfato para que así tengamos una menor distracción con el afuera y centrarnos
en nosotros.
Al tener los ojos irritados podemos darnos el
permiso de llorar libremente porque ante la pregunta: ¿Por qué lloras?
Respondemos: Es que estoy resfriada y todos se comportan de manera más
comprensiva y benevolente con uno. Cuando la ronquera te impide hablar el
cuerpo te está pidiendo que no gastes tu energía, que la cuides y te deja sin
habla para que
hagas el trabajo solitario de reunir energía.